fragmentos de mi diario: falta la ternura

lunes 21 de abril

7:30 Abro los ojos y en mi mente resuenan de inmediato las palabras de Pizarnik: “falta la ternura, se la necesita”.

He despertado convencida de que el peso de las sábanas bastaría para quebrarme. En un gran gesto de valentía, me he incorporado, guiada por un minúsculo grano de esperanza. Tal vez la vida sea un poco más amable hoy.

9:02 Sentarse a contemplar la lluvia que cae dentro de uno mismo.

10:15 Bebo una infusión en silencio. Pienso en lo mucho que me llena contemplar, atesorar imágenes. Nada me deja indiferente. Pienso también en los veranos en casa de mis abuelos, en cuanto me gusta comer ciruelas al sol, bañarme en el río, observar las copas de los árboles y buscar pájaros en sus ramas.

Los recuerdos, en ocasiones, parecen ocuparlo todo, ¿no es cierto?

12:23 El ajetreo de la mañana me atrapa en una especie de densa burbuja, mientras que en mi pecho se despliega un sinfín de pequeños temblores. Qué frenética es la vida. Ojalá pudiera decir, como Mary Oliver, que nunca me apresuro por el mundo, que ando despacio y me inclino a menudo, pero el tiempo huye, y no lo alcanzo, nunca lo alcanzo.

14:07 Ha salido el sol y una brisa ligera trae consigo el olor de los naranjos en flor. Qué violenta y dulce puede ser la primavera.

Los contornos del dolor se difuminan cuando algo me conmueve, y si dispongo del tiempo suficiente, puedo incluso hacerlo desaparecer.

17:55 Bebo té negro con caramelo y vuelvo a pensar en las palabras de Pizarnik. Abro sus diarios por el lunes 21 de abril:

Este mundo es horrible. Pero pienso que la medida de cada uno la da el empleo que se hace de la propia soledad y de la angustia.

Alejandra, yo solo contemplo y escribo. La soledad no me vence, pero la angustia sí. ¿Cuál es mi medida?

22:07 Mi mayor acto de gentileza conmigo misma es entregarme a la escritura. No obstante, me sorprende la velocidad a la que crece mi manuscrito.

Recuerdo aquella vez que soñé que bordaba poemas en la superficie de un río. De noche, las palabras adoptan formas indescriptibles, casi podría confundirlas con los astros.

Ojalá esta noche vuelva a escribir en sueños.

Ojalá recuerde algún verso por la mañana.